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Teatro: “Con los ojos cerrados es un trampantojo emocional (im)puro y duro que desemboca en el trauma”, por Joanvi Chordá


‘Con los ojos cerrados’ dirigida por Sergio Toyos será representada todos los viernes de marzo a las 20h en Nave 73 de Madrid.

Marc Parejo con su aterciopelada interpretación del personaje de Bruno, ha logrado cegar al público hasta el final. El espacio escénico de la obra está formado por una composición clásica triangular a ras de suelo, además de integrar un atrezzo formado por tres sillas de estética renacentista. La iluminación que acompaña al espectáculo otorga una ambientación totalmente tenebrista acorde al personaje que viste con ropa interior blanca. La música complementaba totalmente al personaje, el cual era pianista y con su mirada, su expresión corporal y su voz conmovía a los espectadores como si estuviera sonando una pieza musical a piano por su boca.

El personaje de Bruno es totalmente barroco por el contraste y la distorsión que representa. Es un lobo con piel de cordero. La denuncia de esta obra teatral radica en que no hay nada más monstruoso y retorcido que un verdugo vaya de víctima. El personaje nos hace transitar entre la alegría, la melancolía, la tristeza, el erotismo, el amor, la traición, el miedo o la perversión. ‘Con los ojos cerrados’ es un trampantojo emocional (im)puro y duro que desemboca en el trauma.

En efecto, para trauma el que debió de sufrir el personaje de Flavio, el cual era un niño de 10 años que se encontraba en una situación familiar vulnerable. Bruno narra la soledad en la que se encontraba, y que a su vez se rodeaba de malas compañías puesto que dos de sus “amistades” que le maltrataban, se dedicaron a arrancarle los ojos a un gato cachorro con una aguja al rojo vivo. “El gato había sido obligado a vivir con los ojos cerrados por capricho del hombre” es una cita demoledora que expresó Bruno significando todo un manifiesto contra el maltrato animal latente desde la infancia.

Bruno ha logrado tergiversar la realidad, y esta realidad consistía en que él estaba aprovechándose de la situación de Flavio, al que condujo a su terreno y lo convirtió en su presa hasta que logró escapar de sus abusos y denunciarlo. El colmo radica en que para Bruno lo que había hecho Flavio significaba una traición amorosa hacia él.

El trauma también se lo ha llevado el público, quien ha resultado conmovido inconscientemente durante toda la obra por la mirada de un cura pederasta, que revela finalmente quien es al mostrarse vestido con su hábito negro frente al espectador. El hábito no hace al monje, y Bruno se convierte en el antihéroe, ya que el mito ha caido al resultar antagónico ante el rechazo moral hacia esa clase de violadores de menores que a día de hoy siguen protegidos por la institución a la que pertenecen, aunque afortunadamente cada vez menos.

Esta trama que podría estar situada perfectamente en la Italia papal del barroco, está situada espaciotemporalmente en la Italia de hoy en día, y eso es lo más lamentable. ‘Con los ojos cerrados’ demuestra que es necesario visibilizar, porque visto lo visto se debe de ir con los ojos abiertos ya que cualquiera puede caer en la trampa tras ser manipulado por todo tipo de desalmados.

Con ojos cerrados en https://www.nave73.es/