La dramaturga, poeta y traductora Violeta Gil se estrena en la novela con Llego con tres heridas (Caballo de Troya), con edición de Jonás Trueba. Un libro íntimo y emocionante, que nace de su propia experiencia. Una historia de amor y oscuridad que entronca con la de nuestro propio país, en el cruce de tres generaciones que no siempre han sabido comprenderse. Una muestra de que lo personal es político.
“Quizá todo esto sea una despedida amistosa de mi padre, una forma de dejarle para poder seguir. Seguro que él lo comprendería. Es la única manera de hacer la vida. José, espero que lo entiendas. Tengo que despedirme de ti. Tengo que reconocer que de alguna manera me he protegido todos estos años a través de esa figura que es y no eres tú. De esa idea de lo que debía ser yo como hija tuya. Y ahora me toca avanzar. Me toca seguir sin ti. Como cuando en la película se ve al fantasma despedirse, como cuando el espíritu sale del cuerpo, como cuando la sombra de Peter Pan se le despega de los talones. No pasa nada. Vamos a estar bien. Ya verás”.
Así habla Violeta Gil en su libro Llego con tres heridas, que nace de ahí, de tres heridas, como en el poema de Miguel Hernández: la de la vida, la de la muerte, la del amor; Violeta Gil parte de ellas para dar forma a este libro íntimo y emocionante. Una historia de amor y oscuridad que entronca con la de nuestro propio país, en el cruce de tres generaciones que no siempre han sabido comprenderse. Pocas veces los libros se sienten tan necesarios y se confían de forma tan admirable a su propia razón de ser.
“Nunca me había enfrentado a mi propia vida como lo estoy haciendo ahora. Desde hace unos años pienso en la escritura como la posibilidad de comprender mejor mi origen, mi familia, y mi país. Quizá sea un deseo demasiado amplio, pero a medida que entro en las heridas, voy encontrándome con los lugares de fricción entre todo eso que ocurre en la esfera familiar que está directamente, aunque a veces veladamente, relacionado con la situación política y social. Me pregunto ¿cómo podemos cargar y comprender nuestra historia y nuestra herencia, sin que eso nos paralice? ¿cómo podemos encontrar modos de entendernos mejor y de seguir adelante?”.
Como escribió María Luisa Puga, “no es gran cosa; sólo la diferencia entre vivir con pánico o enfrentar el peligro”, recuerda la autora. Para Violeta, “la escritura de este libro tiene todo que ver con enfrentarme al peligro, con asomarme a la historia de mi familia, de mi país. Con entender el éxodo a las ciudades y el regreso a los pueblos, entender la muerte de mi padre, el silencio de mi madre, entender la vida en comunidad y la familiar, al mismo tiempo que trato de dejar espacio para el amor”.
Como dramaturga y creadora escénica de la compañía teatral La tristura y como poeta, hasta ahora, Violeta había trabajado sobre la posibilidad de la palabra encarnada, “me he enfrentado a la escritura como un acto físico, un verbo que se convierte en otra cosa. La escritura para la escena así me lo ha permitido”. Dice Marina Garcés que “poner el cuerpo significa que sólo se puede pensar actuando y que sólo se puede actuar pensando”. Sin embargo, de alguna manera, este proyecto, que ocurre enteramente en el papel, encuentra su sentido último pensando precisamente en la posibilidad de poner el cuerpo, la posibilidad de habitar el pasado para llegar al presente y hacer posible el futuro. Para Violeta es “un ejercicio íntimo, y un acto público testigo del dolor inevitable que nos produce el contacto con el yo, y con el otro, y la alegría que nos produce también sabernos capaces de librar esa batalla”.
El libro, que ha editado Jonás Trueba para Caballo de Troya, se estructura en tres partes, en las que la autora realiza un viaje por diferentes lugares de la península y de la mano de varias personas de su familia. “Hablo de los ritos, de la muerte, del campo, de la relación colonial con Guinea Ecuatorial, de la Transición, de la vida en comunidad, y de la aparente imposibilidad para la crianza y el amor. Hablo de mi abuelo, de mis padres, y de mí, es cierto, pero hablo de muchas otras personas, algunas a las que conozco bien, otras a las que hubiera deseado conocer, otras cuyos nombres nunca sabré. Este libro tiene mucho que ver con la vida. Este libro tiene mucho que ver con el amor. Este libro tiene mucho que ver con la muerte”.
Sobre Violeta Gil
Violeta Gil nace en Hoyuelos en 1983. Es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid y en Interpretación por la Real Escuela Superior de Arte Dramático. En 2005 co-funda La tristura. Escribe, dirige y produce piezas que se muestran en lugares como el Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, el Thèâtre de la Ville de París, el Festival TEMPO de Río de Janeiro, Cena Contemporânea de Brasilia o el Kampnagel Summer International Festival de Hamburgo, entre otros. En 2015 se muda a Iowa City, becada para cursar el máster de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa. Imparte talleres de teatro y escritura en instituciones como La Casa Encendida, La Escuela de Escritores, o el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque. En 2019 la editorial Arrebato publica su primer libro de poemas, antes de que tiréis mis cosas; y durante tres años gira con el espectáculo homónimo junto al músico Abraham Boba. Ha sido artista en residencia en Yaddo, Headlands Center for the Arts, Teatros del Canal, Matadero Madrid y Etopia. Centro de Arte y Tecnología. Forma parte del proyecto de investigación y creación de poesía performativa Una fiesta salvaje. Colabora como dramaturga con las compañías de danza La Veronal y Mucha Muchacha. Actualmente se encuentra de gira internacional con sus últimas producciones, Future Lovers y Renacimiento. En octubre de 2022 saldrá a la luz su primera novela, Llego con tres heridas, en Caballo de Troya. Ha traducido Book of Mutter, de Kate Zambreno, para La uña rota junto al poeta Carlos Bueno, y prepara traducciones de Kae Tempest para Arrebato.