“Retratando a la familia de un comandante de Auschwitz que vive cerca del campo Jonathan Glazer vuelve con un paisaje inquietante y aterrador.
No han sido pocas las representaciones del horror generado por el Holocausto en la Alemania nazi donde represión, dolor y tortura eran verdades de perogrullo. Si bien la francesa Soah (1985) ya exprimía al máximo la atrocidad de lo vivido gracias a su metraje centrado en entrevistas a supervivientes, testigos e incluso ex oficiales nazis, Jonathan Glazer la supera con una propuesta radical donde nadie dice una palabra sobre el asunto pero pocas veces había resultado una película tan gráfica e insoportable. Y es que a pesar de los curiosos que se apresuren a las salas de cine a ver dicha película, no se encontrarán con una idea horripilante y literal, pero sí podrán sentir la barbarie donde los gritos, los crematorios y la melodía de la muerte son partitura constante.
Glazer es capaz en éste filme de abordar a través de la luminosidad la máxima representación de la nada siguiendo una estrategia clara: retratar el ‘paraíso’ de una familia que regenta el infierno. Cumpleaños, fiestas, o amigos que se ven envueltos en un ambiente dicharachero y jocoso frente a un espacio sonoro atronador. De hecho, es el sonido el que, en paralelo, ordena pensamientos y recrea el mayor de los espantos. O el más simple escalofrío. La monstruosidad resulta tan evidente, tan cercana y tan nuestra que asusta.
Asimismo, la gran Sandra Hüller, nominada a mejor actriz por ‘Anatomía de una caída’ no sorprende en su brillante interpretación que no dejará a nadie indiferente.
En definitiva, Jonathan Glazer ha conseguido mostrarnos una verdad sin enseñárnosla recurriendo no a la banalidad del mal en sí mismo, si no a su simplicidad y cotidianidad comparándola con una belleza que lo hace más cruel.
¡Hola! Me llamo Unai (IG: @itsunai), culo inquieto, obsesionado con las comedias románticas y licenciado en hacer de otras personas. Entre otras muchas cosas (muchas, pero que muchas muchas).
Disney fue el principal culpable de mi necesidad por crear historias y por eso estudié Artes Escénicas y producción teatral. De hecho, interpreté mi propia vida en una obra de teatro hasta que se metamorfoseó en una preciosa novela llamada “La encrucijá”. Como buen millenial, estoy al día con todas las series y películas que te puedas imaginar. No hay nada en Netflix, HBO Max, Amazon Prime Video o Disney+ que se me resista. Enemigos de la cinefilia, temed. Y como un gran poder conlleva una gran responsabilidad, comparto este don hablando incansablemente con mi comunidad en redes sociales.
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