Varios espectáculos internacionales con cuatro estrenos en España hasta el domingo de 24 de noviembre, no se lo pierdan
La tercera semana de la 42ª edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. depara nuevas sorpresas en las que los espectáculos internacionales, con cuatro estrenos en España, exhibirán esa heterogeneidad de géneros y tonos que hacen tan atractiva esta cita escénica. Del humor de la coreográfica The Ministry of Unresolved Feelings y la alocada Performs Tom Waits, a la toma de conciencia medioambientel de Nigamon/Tunai. Del riesgo experimental de la danza de Andrea El Ameri con DOMA a la inmersión en la memoria balcánica del director Mario Banushi de Goodbye, Lindita y el singular viaje en el tiempo de To move in time. Pero además, prosiguen las funciones, cuatro (19, 20, 22 y 23 de noviembre en Teatros del Canal) de uno de los espectáculos estrella de esta edición, The seven streams of the river Ōta, que presenta el director canadiense Robert Lepage al frente de su compañía Ex Machina.
Empecemos con la diversión de The Ministry of Unresolved Feelings (Teatros del Canal, 19 y 20 de noviembre), un regalo de la danza que trae la Jo Strømgren Kompani al Festival de Otoño. Este Ministerio de los Sentimientos sin Resolver que ha inventado el célebre coreógrafo noruego Jo Strømgren propone recetas de baile y música para resolver los problemas que le plantean diversos personajes. Por ejemplo, uno espera que le operan de sus defectuosos conductos lagrimales. Es una persona sensible, pero no puede llorar. Otros mencionan la vergüenza, sus complejos de inferioridad, su autonegación… que les producen sufrimiento y una baja autoestima.
Al ritmo de piezas como la de la canción Ne me quitte pas, de Jacques Brel, o el aria Förbi, förbi, de la ópera Eugene Onegin, cantada por Jussi Björling, Strømgren y su compañía demostrarán que la danza y la música puede aliviar, al menos durante el tiempo de representación, las penas del mundo.
Más diversión, esta vez a la canadiense, la proporcionan los seis músicos (cuatro hombres y dos mujeres) de L’Orchestre d’Hommes-Orchestres con Performs Tom Waits (Teatro de La Abadía del 20 al 22 de noviembre), otra de las producciones incluidas en esa pequeña sección dentro del festival que es Ventana Quebec.
Aparentemente nos encontramos con una banda de músicos que ahondan, a modo de homenaje, en el rico repertorio y universo del cantante estadounidense de voz rota y melancólica Tom Waits. Pero es mucho más que esto. Sus intérpretes tocan, actúan, crean en un espacio reducido, acotado, que les hace aparecer abigarrados rozándose, interrumpiéndose mientras ejecutan sus instrumentos convencionales y los así llamados instrumentos encontrados, como esos objects trouvés o ready made de la tradición artística: objetos inclasificables que ellos transforman en instrumentos musicales con la mera intervención insólita. Por ejemplo: las maletas que se abren y se cierran provocando un determinado sonido; una Biblia que golpeada imprime ritmo a una de las canciones…
Con humor, alocados y extravagantes, los músicos de L’Orchestre d’Hommes-Orchestres, llevarán al público a un viaje por la cultura estadounidense al ritmo del jazz, el blues, el rock, el hiphop y la poesía.
El Festival de Otoño funciona como un acertado radar capaz de captar algunos de los conflictos que vive hoy el mundo. El del medio ambiente, por ejemplo, y el agotamiento de las riquezas de la Tierra. Pero lo que ese radar percibe especialmente es la singularidad escénica de estos abordamientos sobre el presente. Es el caso de Nigamon/Tunai (Teatros del Canal, 21 de noviembre), también incluida en Ventana Quebec.
¿Cómo definirla? No es propiamente teatro, aunque contenga elementos del teatro documental. Denominarla experiencia sensorial y visual podría dar cierta orientación sobre lo que pretenden la artista indígena Émilie Monnet y Waira Nina de la nación Inga, en la Amazonia: una denuncia, ciertamente, contra el extractivismo, la explotación de sus territorios, y una llamada a la protección de sus aguas y su fauna. Ataviadas con hábitos indígenas, Monnet y Nina realizan en un escenario que recuerda un bosque tropical acciones acompañadas de sonidos y voces de líderes espirituales indígenas, activistas, ancianas y niños: voces de protesta y defensa del territorio atacado por la deforestación y la acción de las empresas mineras y petroleras.
To Move in Time (Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, 21 y 22 de noviembre)nos invita a viajar por el tiempo a través de las palabras. Y con ellas, el autor británico y director artístico de Forced Entertainment Tim Etchells crea incertidumbres: si uno pudiera elegir una fecha determinada del pasado para trasladarse, ¿podría, por ejemplo, si apareciera en 1968, evitar el asesinato de Martin Luther King, o si lo hiciera en 1889, anularía el nacimiento de Hitler? ¿Y si accidentalmente, en otro de esos viajes, provocara una guerra?
El actor Tyrone Huggins se encarga de plantear estas y otras disyuntivas sin apenas moverse del círculo desde donde emprende su viaje verbal. “La riqueza del espectáculo está en su lenguaje”, destaca Huggins. Y lo corrobora el autor de To move in time: “El lenguaje no es tanto un instrumento de precisión sino más bien una fuerza, algo que fluye”. Este “experimento mental”, como lo califica el actor, se convierte en un pequeño tratado ético sobre las decisiones que tomamos en la vida.
El estreno absoluto de esta semana en el Festival de Otoño lo aporta la coreógrafa e interprete Andrea El Ameri con DOMA (Teatro Pradillo, 21 y 22 de noviembre), una obra a la que ha dado su forma actual después de un largo proceso de trabajo que comenzó en 2021. Su danza es extraña y grotesca. Ella misma se exhibe en solitario desnuda en un escenario igualmente desnudo, y baila ayudada por objetos simbólicos como un cubo de basura, una escoba, un cogedor, bolsas, tacones y manzanas. En sus propias palabras, “partiendo desde lo autobiográfico, a través de habitar la relación entre lo grotesco y lo sexualizado, cuestiono y reto los poderes ejercidos sobre mi cuerpo”.
Esta postura apunta a una forma de rebeldía y resistencia social ante el papel estereotipado de la mujer occidental y a un análisis del sufrimiento que una sociedad heteropatriarcal provoca en las mujeres. La extrañeza de esa danza la causan su mezcla con la performance y las influencias primeras de El Ameri, las de las danzas urbanas. En concreto, aplica las técnicas del popping, un baile urbano nacido en California en los años 70 y que utiliza el movimiento de contracción de los músculos y de los brazos para crear figuras anómalas. Y a ello suma la pintura de la artista surrealista española Remedios Varo, cuyas figuras humanas lindan con lo grotesco.
De la riqueza del folclore balcánico y de su propia memoria extrae el joven y brillante director Mario Banushi el material para uno de esos montajes fascinantes que engrandecen el Festival de Otoño, Goodbye, Lindita (Teatros del Canal, 22 y 23 de noviembre). Entre vivos y muertos, esta obra hunde sus raíces en la infancia albanesa de Banushi, que aún niño abandonó su tierra en dirección de Grecia, donde se ha convertido en una de las promesas del teatro europeo actual. Su teatro está amasado con la evocación de su país sus vínculos familiares, una estética hiperrealista asaltada por lo extraño, el dolor, lo cotidiano y la exhibición de los rituales de la tradición popular. Goodbye, Lindita es la segunda pieza, tras Ragada, de una trilogía que ha completado con Taverna Miresia Mario Bella Anastasia, estrenada el pasado año en el Festival de Atenas y Epidauro.
Bajo el impacto de las muertes y los funerales recientes de su padre y su madrastra, Banushi se sumergió en una obra sin diálogos sobre el dolor. En ella, una serie de extraños sucesos sacan a la superficie un mundo oculto de sueños y pesadillas, en el que los muertos y los vivos se encuentran antes de la despedida final, y se alternan imágenes de triviales tareas domésticas con otras poéticas y rituales pertenecientes a las tradiciones balcánicas. A través de un viaje interior, de resonancias metafísicas, Banushi intenta responder a una pregunta tan antigua como la humanidad: ¿Cómo podemos reconciliarnos con la muerte? ¿Qué tiene que pasar para que se produzca la despedida definitiva? ¿Cómo puede seguir la vida? ¿Qué significa (esta) muerte?
Por último, el grupo musical Mastretta ofrecerá dos conciertos de Melodías del Café Berlín, título de su último álbum, en colaboración con la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid. El 23 de noviembre actuará, con su sonido contemporáneo, popular y de vanguardia, en el Centro de Arte y Turismo de Soto del Real y al día siguiente en el Teatro Jaime Salom de Parla.