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Lisa Yaszek rompe mitos y rescata la ciencia ficción escrita por Mujeres


fotografía Andrea Rozas

La emoción se podía sentir el pasado viernes 8 de noviembre mientras los espectadores esperaban a la investigadora y escritora Lisa Yaszek, una especialista en ciencia ficción. La charla, organizada por la editorial Almadía y la Fundación Espacio Telefónica, prometía explorar el papel fundamental de las mujeres en el género.

Desde el comienzo, Yaszek pisó fuerte y rompió mitos, presentando su investigación más reciente: una recopilación distópica que honra las voces femeninas bajo el título “El futuro es mujer”.

Explicó que, aunque se creía que las primeras autoras de ciencia ficción publicaban bajo seudónimos masculinos, muchas firmaban con su propio nombre. Las que usaban pseudónimos lo hacían por razones laborales o personales, no necesariamente por temor a la censura. “Gracias a la tecnología actual, podemos rastrear y confirmar la identidad de muchas escritoras que, en sus días, contribuyeron en gran medida al género”, comentó Yaszek.

La charla continuó con una revisión histórica en la que la escritora narró cómo, en los años 30, autoras como Judith Merril, con su obra Solo una madre, cuestionaron las expectativas editoriales y del público al presentar temas que iban más allá de la aventura y la ciencia. Merril, en particular, desafió al influyente editor John W. Campbell, quien dudaba de la capacidad de las mujeres para escribir ciencia ficción, hasta que leyó su historia y la incluyó en una de sus revistas.

Yaszek también recordó cómo la ciencia ficción doméstica y feminista ganó fuerza en los años 60 y 70, cuando las autoras comenzaron a explorar temas del cuerpo, la identidad y el rol de la mujer en la sociedad. Fue una época de experimentación en la que las escritoras de ciencia ficción rompieron esquemas, abordando cuestiones de género y poder que reflejaban la vida real. Historias como la de La Reina de Venus, en la que una protagonista humana derrotaba a alienígenas, tuvieron gran éxito y también causaron controversia, al subvertir los típicos roles heroicos masculinos.

El humor se hizo presente cuando se mencionó cómo el romance y el sexo, temas tradicionalmente asociados con la escritura femenina, comenzaron a infiltrarse en la ciencia ficción. Mientras que algunos autores del género, como Romanoff, insistían en que no debía haber ni un beso en una historia de ciencia ficción, las autoras añadieron una profundidad emocional que enriqueció los relatos. Yaszek subrayó que esta complejidad en las relaciones humanas era algo que las escritoras aportaban de forma única y transformadora.

Para cerrar, Yaszek compartió su entusiasmo por la nueva generación de autoras que están revitalizando la ciencia ficción, mencionando a figuras como Bethany Jacobs, quien se distingue por sus personajes complejos.

El evento concluyó con un mensaje de optimismo sobre el futuro de la ciencia ficción escrita por mujeres. Yaszek destacó que, aunque en algunos lugares, como España, el género aún enfrenta prejuicios y falta de reconocimiento en la academia, la contribución de las mujeres sigue evolucionando, demostrando que la ciencia ficción no solo pertenece a un grupo, sino que es un espacio de diversidad e innovación abierto a todas las voces.