Son un fenómeno. Se crearon a principios del siglo XXI, allá por 2004, cuando las emisoras de radio descubrieron que Internet les permitía la difusión de sus programas en diferido; dejaba de ser imperativo que las charlas radiofónicas al oído, las voces en la cabeza y la compañía de las y los locutores se disfrutasen en directo. El hallazgo coincidía con el boom de los blogs, y mucha gente, ya ajena a la profesión periodística, detectó el potencial de esa arquitectura sonora para la que bastaba un micro y una conexión a Internet. Cualquier persona podía emitirlos. Estados Unidos fue pionero, y los mismísimos Bob Dylan y Barack Obama se animaron con esa forma de radio que empezó a desarrollarse de espaldas a las normas de la radio. Ben Hammersley, firma habitual del diario The Guardian, les puso nombre: habían nacido los podcasts.
En 1970, el músico Gilbert Scott-Heron había cantado que “la revolución no será televisada”. No, porque los medios masivos suelen llegar tarde a los movimientos populares. Sin embargo, el podcast, por su propia naturaleza, resulta el altavoz ideal para los colectivos y causas minoritarias. No en vano, en sus primeros años de vida sirvió de herramienta de comunicación entre grupos comunitarios, ONG, activistas y asociaciones de toda índole. También entre frikis que buscaban en Internet a gente de sus mismos intereses. O entre expertos que querían combatir el ruido informativo aportando especialización en una materia. Eso sí, era un mensaje en una botella, el alcance era muy pequeño en la sociedad 2.0. No fue a hasta 2012, gracias a las plataformas, cuando ganó audiencia masiva y multiplicó sus formatos. Los podcasts subieron su volumen social, su influencia.
Y ahora, están conquistando escenarios. Como una expresión de la importancia que les estamos concediendo, queremos ver a las personas los crean, compartir con ellas su experiencia. Y el Teatro del Barrio está siendo el escenario elegido por muchos de los podcasts más populares en España para interpretarse en directo y a modo de show.
Maldito Bollodrama, un podcast de lesbianas hablando de lesbianas para lesbianas; Nadie hablará de nosotras, donde tres amigas se juntan para rajar sobre sus cuerpos, sobre la violencia y sobre la justicia; El show de Ignatius Farray, donde este cómico inclasificable sale de su guarida para hacer un humor igual de inclasificable. ¿Y ahora qué?, donde dos hermanas activistas, Pamela y Elisabeth Palenciano, reproducen las conversaciones que mantienen en el coche mientras viajan en su gira de No solo duelen los golpes.
Son ejemplos de podcasts que se han trasplantado del salón al escenario para dar el espectáculo. Ampliando la conversación lejos del algoritmo de recomendación, enriqueciéndola con la participación del público y yendo un paso más en la intimidad del podcast haciendo que espectadoras y artistas compartan una hora y media impirateable. Están agotando entradas en esta temporada 2022/2023. Y lo que les queda.